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lunes, 11 de diciembre de 2017

CONSULTA POPULAR ¿COMPROMISO DE SEGUNDA VUELTA?

Por: Cactus

Foto tomada de la web
Tras seis meses de gestión del actual Gobierno, y luego de hacerse públicas las filtraciones de audio sobre la existencia de negociaciones de una fracción de Alianza País (AP), con cierta parte de la oposición ecuatoriana, con el propósito de crear las condiciones necesarias para lograr su triunfo en las últimas elecciones presidenciales, se puede ensayar el escenario de la convocatoria a la consulta popular como un compromiso adquirido en la segunda vuelta entre esas tendencias políticas, y de cómo los primeros pasos para concretarla al contrario de soluciones estarían dificultando su camino. 

El Gobierno inició una serie de diálogos, en sus primeros cien días de administración, con quienes el ex presidente Rafael Correa mantuvo sendas controversias. La oposición se exaltó positivamente con estos encuentros, incluso algunos de sus representantes proclamaron a viva voz “se respiran aires de libertad” gracias a la apertura del Ejecutivo, como una forma de balancear la gestión política del actual Gobierno con la administración anterior.

Foto tomada de la web
La dirigencia de AP cuestionó la transparencia con la cual se llevaban a cabo dichos conversatorios, y los denunció de ser solo un mecanismo para concretar acuerdos previos, electorales, de repartos de las instituciones del Estado o, de otros recursos, como el dinero electrónico a la banca. La reacción del Gobierno fue acusar a esta dirigencia de tener un comportamiento ovejuno, una forma grotesca de calificar su oposición. No obstante, con el tiempo se podría distinguir a ese discurso como parte de una estrategia global para operar la consulta popular.

Las actuales filtraciones de audio han evidenciado que la dirigencia de AP no estaba del todo equivocada, pues la grabación filtrada ratifica la existencia de negociaciones políticas durante la segunda vuelta electoral, confirmada las sospechas es pertinente preguntarse cuál fue el alcance de esa negociación, ¿acaso convocar a consulta popular? No es ocioso pensarlo dado el perfil histórico de la oposición, pues la derecha ecuatoriana ha demostrado no ceder a nada mientras no esté segura de comerse el pastel entero, esto se traduce en volver al control del Estado, y lo alcanzarían si logran reposicionarse en el manejo de las autoridades de control si se dan nuevas designaciones, de ganar la pregunta sobre cambios en el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS).

Si el Gobierno negoció con la oposición la convocatoria a la consulta popular, debía estar consciente de que su postura traería consigo el enfrentamiento con buena parte de AP, incluso poner en juego el respaldo de su estructura política hacia la consulta. De ser así, ¿cómo podría manejar estos riesgos? Los hechos permiten delinear dos posibles respuestas: a) consolidar su articulación con la oposición y b) dar inicio a una nueva formación política.  

Foto tomada de la web
La convicción y la efervescencia con la cual el Gobierno pronunció su discurso de descalificación de AP y a su herencia política, al punto de asegurar que “hoy se llama revolución a cualquier pendejada”, promovía una identidad fuerte con la oposición. A la par, se construía un nuevo frente político con las organizaciones inmersas en Somos Ecuador (Centro Democrático, liderado por Jimmy Jairala, y Compromiso Social, con Iván Espinel a la cabeza, actual ministro del MIES, entre otros) con el objetivo de respaldar la consulta popular, pero su aún débil convocatoria a las calles puso en evidencia la necesidad de contar con más tiempo para consolidarse socialmente, pero el Gobierno ha demostrado no poder esperar, más cuando CEDATOS anunció una tendencia a la baja en las encuestas de apoyo ciudadano a esta iniciativa.  

En los últimos años, la estructura política nacional de AP ha sido la más exitosa en cuanto a ganar campañas electorales se refiere. Si el Gobierno deseaba mantener distancias con ella y al estar consciente de la necesidad de más tiempo para sentar bases políticas sólidas a Somos Ecuador, ¿cuál alternativa le quedaba para respaldar la operación política de la consulta?

Entre los años 2015 y 2016, los partidos y los movimientos políticos histórica e ideológicamente antagonistas se acercaron para conjugar poco a poco un frente de rechazo al correísmo. Los diálogos de sus dirigentes no estuvieron exentos de polémicas y desplantes mutuos. Sin embargo, pudieron establecer una primera comunicación entre ellos, aunque sin mucho éxito. Ya en el 2017, en segunda vuelta electoral, esa sinergia se transformó en proclamas a los ciudadanos porque se sufrague teniendo conciencia de un voto útil, es decir, elegir como presidente a un banquero para así dar por terminada la era correista, a la cual calificaban de nefasta para el desempeño de la democracia. El desenlace final es conocido.  

La oposición aprendió de ese ejercicio la capacidad de diálogo entre sus organizaciones, indistintamente de sus tendencias políticas, siempre y cuando abandonen los extremos del espectro político donde suelen estar ubicadas, esto es moverse más hacia el centro político, espacio donde pueden concertar de mejor manera sus intenciones, sin tantos apasionamientos ideológicos. En ese momento nació una nueva plataforma política para empujar con otros matices la oposición al correísmo.

En ese centro político los contrastes ideológicos se difuminan, dejan de ser visibles y surgen posiciones más moderadas, junto a otras identidades políticas menos exaltadas en el manejo de los asuntos públicos. Las fuerzas políticas abandonan tentativamente sus puntos de controversias para dar paso a aquellos que les permitan converger en objetivos comunes, aunque su duración dependerá de las circunstancias políticas que deban sortear.

En consonancia, el Gobierno ha dicho representar un momento de moderación política, un estilo distinto al de su predecesor, menos confrontador y más dispuesto a escuchar a los otros, para dar muestras de ello emprendió los diálogos con los detractores del ex presidente Rafael Correa, y cuando acudió al ataque a la dirigencia de AP consiguió el apoyo más efervescente de la oposición.

Los calificativos hacia PAIS no constituyen entonces  una mofa a las posiciones de su dirigencia. Al contrario, son señales de querer acercarse a otras estructuras políticas para afianzarse en ellas y gestionar desde su interior su respaldo para operar la coyuntura política en el corto y en el mediano plazo.

El discurso del Gobierno empezaba a dar frutos, a tomar forma con la oposición, el primer click con ellos promovía bríos de seguridad. En ese espacio, AP se veía como una organización con poca capacidad de incidencia en la coyuntura política, incluso sus más acérrimos contradictores vaticinaban su muerte. Empero, un nuevo hecho dio cuenta de que esas coincidencias no gestaban fuertes estructuras políticas como demanda el Gobierno.  

La reacción del Gobierno al cambio de la directiva nacional de AP evidenció errores en sus maniobras para organizar la operación de la consulta popular con una nueva estructura política, si fuera lo contrario no habría desplegado medidas cautelares para frenar su designación y así evitar su inscripción en el Consejo Nacional Electoral, CNE. La acción gubernamental vislumbró también la fragilidad del alcance nacional de la estructura política en gestación. Por eso el interés del Gobierno de controlar la directiva de AP, de no hacerlo su operación política de la consulta podría verse limitada en el territorio. Aunque logre un triunfo el próximo febrero, si no cuenta con una eficiente gestión política de la consulta popular su éxito estará condicionado a alcanzar su aprobación en las urnas con un estrecho margen de ganancia,  disminuyendo así su capacidad de maniobra política, por no decir su gobernabilidad. 


jueves, 7 de diciembre de 2017

LA CONSULTA DE MORENO

Por: Wilson Benavides

Foto tomada de la web

Desde tiempos inmemoriales, la política siempre fue la expresión de la fuerza a través de otros medios y fue el “siglo de las luces” el que otorgó a la razón un lugar central para la conquista y el ejercicio del poder a través de las leyes y posteriormente de las urnas, pero resulta que en nuestro país esa lógica funciona al revés. Ya no es la razón sino la fuerza la que hoy se impone.

Estupefactos, asistimos -en pleno siglo XXI- a otro capítulo obscuro de nuestra República que creíamos ya superado y que utiliza la arbitrariedad para resquebrajar la institucionalidad democrática del Ecuador con un falso argumento: el clamor popular.

Las tres consultas populares convocadas por el gobierno anterior (2007, 2011 y 2017) eran catalogadas por los ilustres intelectuales de la oposición como un ejercicio de “democracia delegativa” (O'Donnell) donde, según su interpretación, el ejercicio del gobierno y las instituciones estaban supeditados a la voluntad discrecional del gobernante y legitimados a través del pueblo, convocado permanentemente a las urnas.

Foto tomada de la web

Curiosamente este concepto ha sido omitido deliberadamente del debate público tras la decisión del licenciado Moreno de convocar a la consulta popular y referéndum omitiendo el control previo constitucionalmente establecido. A nivel político, esa decisión es una clara muestra de dos de sus más grandes temores.

Uno, miedo a la falta de contundencia jurídica de sus propios argumentos que el pasado 15 de noviembre -durante la audiencia de sustanciación del referéndum- quedó demostrada en todo su esplendor a través de una intervención que dejó muchas dudas en los mismos jueces constitucionales por su falta de claridad y pobreza argumentativa.

El segundo temor que aqueja el alma del licenciado es no lograr hacer sombra al liderazgo de su antecesor que pese a los escándalos de corrupción y a toda la infamia lanzada en contra de su gobierno, mantiene aún importantes niveles de credibilidad, no en los medios ni en las encuestas sino con las clases populares, con la gente más humilde.

El respaldo que no se logra evidenciar en las calles se quiere fraguar en las instituciones y curiosamente con la misma institución que hace 12 años destituyó a 57 diputados para viabilizar la consulta popular de 2007 que instaló la Asamblea Constituyente de Montecristi. El entonces Tribunal Supremo Electoral (TSE) fue decisivo para concretar esa iniciativa -que apenas dos años antes (2005) tras la caída de Lucio Gutiérrez-, le fue negada al gobierno de Alfredo Palacio.

Eran otros tiempos, sin duda, pero ahí sí -efectivamente- había un clamor popular real que se expresó a través de la indignación ciudadana de las clases medias urbanas nunca antes vista y que no tenía antecedente similar ni relación alguna con la lucha indígena inaugurada con el levantamiento general de 1990.

Los denominados “forajidos” justamente terminaron con el gobierno de Gutiérrez y varias de sus figuras más visibles como María Paula Romo, Pabel Muñoz, René Ramírez, Sebastián Roldán, entre otros, ocuparon altos cargos en el gobierno de Rafael Correa, que capitalizó el descontento ciudadano en contra de una clase política tradicional y corrupta.

Es esta realidad, la del 2005, la que perversamente se quiere reproducir ahora con el falso argumento de la indignación ciudadana ante la corrupción del gobierno anterior, pero con un vicepresidente preso y varios procesos judiciales en marcha contra un sin número de involucrados en estos actos, ese argumento se diluye ante los ojos ciudadanos.

Quizá porque solo Correa fue capaz de capitalizar el clamor popular del “fuera todos”, pero ahora es con “todos ellos” a la cabeza con los que se busca apalancar la consulta del licenciado Moreno. Y nombres sobran, basta con mencionar a Jaime Nebot, Paco Moncayo, Marco Troya, Gustavo Baroja, Abdalá Bucaram y una lista interminable de políticos tradicionales que aplauden esa iniciativa que se realizará el 04 de febrero de 2018.

Lo cierto es que el Ecuador de hoy asiste a una escena ilógica. Queremos superar el pasado correísta pero acudimos para ello a lo más nefasto de la política tradicional. ¡Qué contrasentido! ¿Dónde está el clamor popular de los ciudadanos de a pie? A ellos a quienes lo que verdaderamente les importa es un trabajo y un sueldo digno y de eso nada de nada o díganme si en estos meses de gestión ya se ha reducido el desempleo o se han construido las viviendas populares tan anheladas por nuestro pueblo pobre. La respuesta es NO.

Por eso es evidente que lo que esta consulta pretende es apalancar un frente de apoyo al gobierno nacional no con la ciudadanía sino con los partidos de siempre, no con la gente sino con los políticos tradicionales y no respetando la institucionalidad sino obviándola e invocando una ficción.

Lo real es que la consulta busca superar y enterrar definitivamente el segundo temor del licenciado. Hay una evidente intención de bloquear una futura participación electoral de Rafael Correa eliminando la enmienda sobre la postulación sin restricciones, similar a las argucias utilizadas desde el retorno mismo a la democracia (1979) cuando se impidió la candidatura presidencial de ex mandatarios para obstaculizar la participación de José María Velasco Ibarra o de Carlos Julio Arosemena. ¿La historia se repite? Al parecer es pura coincidencia.