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miércoles, 25 de julio de 2018

La caída del empleo pleno y el desvarío de los neoliberales.


Por: Frijolero
Richard Martinez, ministro de Economía y Finanzas

Los neoliberales han desarrollado una capacidad amoral impresionante cuando se trata de entender los problemas sociales. Por querer mostrarse objetivos al hablar de la coyuntura económica han perdido el asombro y la admiración si más de 160 mil personas no tienen empleo pleno luego de un año de funciones del Gobierno de turno, según lo ha dado a conocer el Instituto Nacional de Estadística y Censo, Inec. bit.ly/2uFJDhy

Es la amarga realidad, pero sus técnicos se esmeran en acaramelar la información con eso de que son datos estadísticamente no significativos, igual saben a hiel y son difíciles de dirigir para quienes prometieron durante la campaña electoral del 2017, 250 mil empleos al año.

El propio ministro de Trabajo, Raúl Ledesma, debió pedir un gran vaso de agua azucarada al instituto de estadísticas, en su intento de saborear sus recientes datos sobre el comportamiento de las cifras de desempleo, pues no cuadrarían con los 300 mil contratos registrados en la institución a su cargo, según ha dicho a los medios. 

Raúl Ledesma, ministro de Trabajo

En medio del desconcierto, sucedió otro imprevisto. Las cámaras empresariales y sus voceros salieron, como nunca antes, a justificar la caída del empleo pleno como una situación coyuntural y necesaria, mientras toman fuerza en el mercado las políticas de estabilización y optimización gubernamentales para generar trabajo, aducen.

Representantes de las Cámaras de Quito y Guayaquil, Patricio Alarcón y Pablo Arosemena.

Las cámaras empresariales endosaron también la responsabilidad de las actuales cifras de desempleo al Gobierno anterior, al acusarlo de dispendio de la bonanza petrolera, pero olvidan que el sector privado mejoró sus utilidades gracias al incremento del consumo, sin embargo no cambió su modelo de negocios, pues frente a la demanda creciente decidió importar y no producir internamente, provocando desequilibrios en la balanza comercial. 

Richard Martínez, actual ministro de Finanzas y, José Hidalgo, de la Corporación de Estudios para el Desarrollo, CORDES, el domingo 22 de julio reciente, se esmeraron en prometer empleo a la población, sin aclarar cómo ni cuándo se concretará su oferta y, al unísono con las cámaras empresariales, pedían paciencia hasta que el sector privado se recupere del impacto del “populismo” y vuelva al sendero de la producción, posición curiosa dado que desde el año 2015 se recupera el indicador de inversión empresarial en la formación bruta de capital fijo, o infraestructura de producción, es decir, las mejoras vienen desde tres años atrás, según el Banco Central. bit.ly/2qp4818


Y mientras perdonan los impuestos a sus antiguos jefes, los grupos económicos más importantes del país, los titulares del Ministerio de Finanzas piden al pueblo esfuerzo y sacrificio, porque, aseguran, se debe pagar la factura del mal manejo económico de la última década. El mensaje es claro: ni se les ocurra que el “cheque” saldrá de los emporios económicos, porque deben invertir en el país y merecen ser tratados como ciudadanos de primera, con privilegios, aún por encima de los derechos establecidos en la Constitución.

Fórmula y argumento similar emplearon los gobiernos de Oswaldo Hurtado, Alberto Dahik, Jamil Mahuad, Gustavo Noboa y Lucio Gutiérrez, quienes mutilaron el aspecto social de la economía, la convirtieron en un asunto netamente contable. Sus medidas económicas sacudieron la estabilidad social del país por subsumir en la pobreza a buena parte de la población, cuando esta comprendió la mecánica de las medidas de ajuste y el impacto en su vida cotidiana, se movilizaron, al punto de convulsionar al sistema político.

Los intelectuales neoliberales observan a esos hechos como costo político, los explican con cierta ligereza como fenómenos propios cuando se producen los ajustes. Nunca entendieron el clamor de las mayorías. Quienes racionalizaron las apasionadas reacciones del pueblo, último recurso de todo ser humano frente a la carencia de empleo y mejoras en su vida, intentaron comunicar su mensaje a las instituciones, pero los tacharon de populistas.  No obstante, la realidad es necia, por más que intenten endulzarla, explotará en algún momento, solo esperemos que no sea con violencia.




martes, 3 de julio de 2018

El riesgo país y su mala vibra para con el Ecuador


Por: Carlos Villacís Nolivos

En el artículo anterior (1), se explicó por qué el riesgo país es un índice político antes que uno simplemente económico. Pocas semanas después el tema sigue candente, recibe la atención de la prensa (2) y parece apuntalarse como un arma de presión política.

Mauricio Pozo, exministro de Finanzas de Lucio Gutiérrez y cabeza visible del Foro de Economistas y Finanzas Públicas, señaló a El Comercio que el Ecuador debe exponer al organismo multilateral las cifras de la economía de manera transparente y si procede de esta manera, la consecuencia directa será la mejora del riesgo país. “Ecuador debe mostrar información de su realidad económica. Eso contribuye a mejorar el índice del riesgo país”, dijo (3).

Esta frase la pronunció Pozo el 20 de junio de 2018, un día después de que el riesgo país alcanzó su nivel más alto desde el 14 de noviembre de 2016, cuando se ubicó en 849 puntos. El 18 de junio de 2018 el índice estuvo en 806 puntos. ¿Puede ser más político el discurso de Pozo? Me temo que no, que estuvo muy claro y que expresó el sentir de los grupos de poder ecuatorianos.

Gráfico 1: Oscilaciones del riesgo país ecuatoriano entre 2017 y 2018
Fuente: Banco Central del Ecuador

Muy pocas veces, los analistas políticos y económicos centran su atención en las lecturas que generan ciertos índices, como en este caso es el riesgo país. La mayoría de ellos, ubicados en el espectro neoliberal y que son los más consultados por los grandes medios de comunicación, lo hacen aparecer como técnico, señalando que es un indicador que mide cuán confiable es un país para recibir crédito. Sin embargo, el riesgo país es un índice que aparece como la expresión de los miedos, los temores, las percepciones y expectativas de bancos, consultoras e inversores. De allí que cuando el país está por adoptar decisiones pro-mercado este índice tiende a bajar, y cuando, por el contrario, se aleja de estas posturas o cuando el factor político transmite incertidumbre, su tendencia es hacia arriba.

En las últimas semanas ha llamado la atención un hecho. Varios factores acontecidos desde hace un par de meses han jugado en favor de captar las percepciones favorables del mercado hacia el Ecuador como: un precio internacional del petróleo al alza; las claras señales enviadas por el gobierno de Lenín Moreno en el sentido de que está dispuesto a capitular en favor de posturas neoliberales; o el nombramiento de un reconocido dirigente empresarial favorable a este espectro ideológico, como su Ministro de Economía y Finanzas.

Nada de esto ha importado y el riesgo país sigue alto e incluso sorprende su subida en un contexto de franco alineamiento político y empresarial en torno al gobierno, como lo demuestra la aprobación legislativa de la Ley Orgánica para el Fomento Productivo, Atracción de Inversiones, Generación de Empleo, y Estabilidad y Equilibrio Fiscal, ocurrida en la tarde del 21 de junio de 2018, así como la reunión que los empresarios mantuvieron con un equipo técnico del Fondo Monetario Internacional en la tarde del 26 de junio en Guayaquil (4).

Muy probablemente, el comportamiento del riesgo país en el actual Gobierno ha sido la mejor demostración de los confusos mensajes emitidos hacia el concierto internacional.

Así, por ejemplo, en los 287 días en que Carlos de la Torre estuvo al frente del Ministerio de Economía y Finanzas, el promedio del riesgo país se ubicó en 579,13 puntos, siendo su pico más alto el 22 de junio de 2017, cuando estuvo en 753 puntos, y su dato más bajo entre el 6 y el 8 de enero de 2018, al ponerse en 430 puntos. Cuando De la Torre empezó su gestión, el 24 de Mayo de 2017, el riesgo país era de 650 puntos, y cuando la terminó, el 6 de marzo de 2018, fue de 528.

Gráfico 2: El riesgo país en la gestión de Carlos de la Torre

La siguiente Ministra de Economía y Finanzas de la era Moreno fue María Elsa Viteri, quien permaneció en ese cargo apenas 69 días, tiempo en el cual el promedio del riesgo país fue de 605,89 puntos. El día que asumió sus funciones, el 7 de marzo de 2018, el índice estuvo en 536 puntos, siendo este el valor más bajo de su lapso ministerial. La cifra más alta se registró el 09 de mayo y fue de 780 puntos. Pocos días después, el 14 de mayo, dejó la cartera de Estado y el riesgo país se ubicó en 748 puntos.

Gráfico 3: El riesgo país con María Elsa Viteri

Finalmente, el actual Ministro de Economía y Finanzas, Richard Martínez, al cierre de la edición de este artículo, el 26 de junio de 2018, con 40 días de gestión registra un promedio del riesgo país de 682,65 puntos, el más alto desde el inicio del actual Gobierno, al igual que mayor de todo el período de Lenín Moreno (806 puntos el 19 de junio de 2018). Su valor más bajo ha sido, hasta el momento, el de 621 puntos, que se obtuvo el 24 de Mayo de 2018, a pocos días de asumir la Cartera de Estado y la fecha en que el Gobierno cumplió un año en Carondelet.

Gráfico 4: Richard Martínez y el riesgo país

El promedio del riesgo país en estos 13 meses del presidente Moreno es de 594,25 puntos.

Gráfico 5: El curso del riesgo país en el gobierno de Lenín Moreno al 26 de junio de 2018

Solo para contrastar, en los 27 meses de gestión del gobierno de Lucio Gutiérrez, de quien Mauricio Pozo fue su Ministro de Economía, el promedio del riesgo país fue de 934,28 puntos. En el período de Alfredo Palacio y sus casi 21 meses, fue de 633,00 puntos, mientras que en los diez años de Rafael Correa (124 meses) fue de 974,99 puntos.

Las cifras, en esta ocasión hablan por sí solas. La respuesta a estas interrogantes parecen estar afuera del país. Debe ser por eso, que en estos días vino al Ecuador una misión del Fondo Monetario Internacional (FMI), para aclarar el camino a tomar. Por supuesto, el país que tiene memoria sabe que estas medidas apuntan en una sola dirección: fortalecimiento del capital por sobre el ser humano. Como lo señaló Sebastián Yépez, miembro del Foro de Economía Alternativa y Heterodoxa, en una entrevista concedida en Radio Visión, al hablar sobre la aprobación de la Ley de Fomento Productivo por parte de la Asamblea Nacional: “Viene el FMI y justamente estamos aplicando ya políticas de austeridad, pues la ley es prácticamente ello: como reducir el gasto público y reducir la demanda agregada. Estas políticas de austeridad se están institucionalizando y esta ley va a mantener esta situación”.


(2)    Para la prensa no pasó inadvertido el alza del riesgo país en medio de la visita de la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) al Ecuador. Aquí, por ejemplo, está la nota relacionada con el tema: El Telégrafo del 21 de junio de 2018. https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/economia/4/fmi-ecuador-riesgo-pais.


(4)    Según una nota recogida por Diario El Comercio, los agremiados manifestaron que esta ley de Fomento Productivo “genera confianza en los inversionistas, pero que todavía es necesario una mayor seguridad jurídica”.

lunes, 2 de julio de 2018

¡Atentos! Los periodistas ecuatorianos seríamos pagados ‘por nota’ o ‘por día’.


Por El Duida


Tal como ocurrió con los médicos, el Gobierno Nacional emitió otro certero agravio, esta vez al gremio periodístico ecuatoriano, tras recibir la propuesta del actual ministro de Trabajo, Raúl Ledesma, de implementar la modalidad contractual de pago ‘por nota’ o ‘por día’.
Raúl Ledesma, ministro de Trabajo

Estas declaraciones las realizó Ledesma, el jueves anterior, luego de que el presidente de la Asociación Ecuatoriana de Radiodifusión (AER), Roberto Manciati, se quejó de que hay medios de comunicación que no pueden contratar a periodistas con título, debido a que el salario básico bordea los USD 900. Las declaraciones las hizo en la Comisión de Derechos Colectivos, que trata las reformas a la Ley de Comunicación.
Roberto Manciati: Presidente de AER

El alto funcionario está dispuesto a acoger dichas sugerencias debido a que “las modalidades contractuales actuales no funcionan para ciertos sectores productivos como para este caso específico de la comunicación”.

Aquella propuesta resulta, a mi criterio, descabellada, ridícula en su sustentación y denota una completa ingenuidad y desconocimiento del oficio periodístico.

Las notas periodísticas, por pequeñas e insignificantes que parezcan, no se cogen de las copas de los árboles, desperdigadas por la calle o por el azar… Ya sea en la coyuntura o no, demandan de un trabajo de planificación, en coordinación con los editores y jefes de cada sección de un medio de comunicación. Luego, dependiendo del trabajo, se requiere de investigación: empaparse de los hechos, acudir a las fuentes, contrastarlas, recabar antecedentes, presentar datos, cifras, estadísticas… para luego sí, sentarse a redactar las noticias, en el menor tiempo posible con precisión y claridad.

En el mundo de la prensa escrita, por citar un ejemplo, los periodistas no solo deben escribir, sino ubicar las noticias e imágenes en las páginas prediseñadas de los periódicos; esperar la corrección y estilo; ingresar los cambios y esperar la aprobación final de la página por parte del editor, hasta que entre en el proceso de impresión y, a la vez, subir las noticias a los formatos y plataformas digitales. Elaborar una noticia requiere de un proceso arduo de trabajo organizado, continuo y dinámico. Sería injusto y atentatorio que estos procesos sean obviados y reducidos al pago de una ‘nota entregada’, o por ‘un día’ de labor.

A más de cerrar las páginas designadas (por lo menos, una o dos diarias), en las salas de redacción, cada periodista debe presentar propuestas de temas, realizar reportajes especiales (uno por semana) y entrevistas a personajes destacados. Todo esto representa un plus que cada comunicador está obligado a hacer.

Dicha propuesta también contribuye –peligrosamente- a una regresión de derechos y a la precarización laboral de la que siempre el gremio periodístico ha estado expuesto. De no ser por los cambios efectuados por el anterior Gobierno, muchos periodistas todavía seguirían percibiendo USD 300 y una libra de arroz y de azúcar para pasar el mes. Y eso muchos no lo reconocen.

Cabría también preguntarse si los dueños de los medios -por muy comunitarios, radiales o pequeños que sean o se crean- nos van a pagar por ‘nota publicada’ o ‘nota entregada’, o ¿a qué consideran que sea el pago de un ‘día de trabajo’?: ¿a las ocho horas o al promedio de 16 horas que día a día entregan cientos de periodistas (y sin derecho a horas extras) en los distintos medios de comunicación?

La reacción en redes sociales no se hizo esperar: en Twitter muchos comunicadores alzaron su voz de protesta con las etiquetas #PrensaUnidaPorSalarioDigno y #SalarioDignoSoyPeriodista. Pero estos reclamos siempre serán insuficientes ante un Gobierno que se ha dedicado a imponer sus ‘políticas’ y ‘reformas’ por encima de la Constitución y las leyes.