Por: Frijolero.
El anuncio del Gobierno de revisar el subsidio a los
combustibles, agita el avispero político. Tal es la polémica
que el debate pasó de una revisión total de los subsidios a tan solo analizar
la posible eliminación del subsidio a la gasolina súper que consumen
automóviles de alta gama. Según el Gobierno, esto representaría un ahorro al
erario público de 130 millones de dólares anuales.
El Ministerio de Finanzas, con Richard Martínez a la
cabeza, asegura que es necesario el ajuste porque se necesita optimizar el
gasto público, mientras la población empieza a preguntarse ¿Por qué entonces se
perdonan cerca de 4 mil millones de dólares en impuestos a los grupos
empresariales más importantes del país? ¿Lo más lógico no sería cobrarles?
La noticia también moviliza a las diferentes
corrientes políticas como Unidad Popular, antiguo Movimiento Popular
Democrático (MPD), que manifestó recientemente la preparación de una reunión
con diferentes fuerzas sociales para analizar cuál sería la posición que
asumirían en caso de darse la eliminación de los subsidios bit.ly/2OsBUvF. El Frente Unitario de Trabajadores
(FUT), se prevé participe en esta cita, así como representantes de la
Confederación de Nacionales Indígenas del Ecuador (CONAIE).
El FUT es la organización sindical más volátil de los
tres actores colectivos. Los últimos meses ha permeado su lucha histórica con
dos acontecimientos, provocando contradicciones sobre cuáles son sus fines: legitima
socialmente a quien durante varios años se opuso fervientemente a las mejoras salariales
bit.ly/2OU5VFs y ha pedido paciencia a la
población, una vez conocidos los indicadores de caída del empleo fijo, haciendo
suyo el sentido dado por las cámaras empresariales a dichos datos. ¿Podría
abstenerse de emitir comentarios si se eliminan los subsidios? La respuesta dependerá
de cómo presionen Unidad Popular y la CONAIE.
En todo caso, si estas fuerzas políticas deciden
reagruparse y encarar la posible eliminación de los subsidios, podrían crear
las condiciones de emergencia de un nuevo reposicionamiento de la izquierda en
el espacio público, incluso ganar simpatizantes o adeptos a sus causas, en especial
cuando Alianza País y sus apéndices han dejado de ser maquinarias de generación
de identidades políticas, luego de la confusión ideológica generada por el
propio Gobierno.
En ese escenario, el Movimiento Acuerdo Nacional (MANA)
no tendría cabida. Su dirigencia batalla aún otros frentes, a causa de no
saberse quién es su representante legal reconocido por la autoridad electoral,
poniendo en duda su posible inscripción en los registros del Consejo Nacional
Electoral. Mientras resuelve el percance, el reposicionamiento de la izquierda
toma impulso con otras corrientes políticas. Hasta tanto, como fuerza política
real, solo tiene firmas de respaldo a su haber, pero eso no significa que su
dirigencia vinculada al correísmo está herida de muerte.
Las cámaras empresariales han salido nuevamente a
tomar partido. Sus voceros aducen que la eliminación del subsidio se justifica
en la necesidad de no donar dinero del Estado a los más ricos, por eso la
pertinencia, según sus criterios, de bajarse el subsidio de la gasolina súper. Sin
embargo, su postura recoge una verdad a medias, porque la clase media utiliza
también la gasolina súper para movilizare, y su estratificación no es
precisamente la de más ricos.
Como la clase medía construye su identidad a partir
del consumo, de verse limitado su acceso aquellos servicios relacionados con el
uso de la gasolina súper lo más probable es que empiece a distanciarse de
quienes empujan su eliminación. Y como la derecha está concentrada en apoyar las
medidas de ajuste, la clase media entraría en un vacío de representación
política, y podría ver una opción en el reposicionamiento de la izquierda,
incluso pactar con ella solo en temas especifico, como sucedió en la añeja
revuelta de los forajidos.
El Gobierno tiene en sus manos un coctel explosivo que
si lo enciende, le será muy difícil controlar sus demoledores efectos, en
términos políticos. Ni AP podría echar la suficiente agua para apagar el
incendio, dadas sus propias contradicciones internas, más cuando el 80% de la
población estaría en contra de que se eliminen los subsidios a los
combustibles. Si decide encenderlo, el reposicionamiento de la izquierda
abriría las puertas a una nueva agenda política, no sin antes pasar por un
periodo de inestabilidad en las calles, pues la derecha no estaría dispuesta a
perder lo alcanzado.