TOMADO DE DIARIO EL TELÉGRAFO
AUTOR: ORLANDO PÉREZ
Miércoles 20 de junio de 2012
No hay peor queja que la proferida desde la comodidad. Es más fácil que un
ministro vaya a un set que poner a un periodista a investigar.
Es mucho más cómodo esperar una declaración que bucear en la realidad hasta
dar con lo más trascendente para las audiencias.
Y resulta un facilismo perverso lucirse como protagonista de la noticia que
conceder a los actores de los hechos el espacio para dar su propia versión.
Arcadi Espada es un periodista español, como se dice con razón, de fuelle.
Ha hecho del oficio su pasión y su sabiduría. Se puede estar de acuerdo o no
con él, pero su experiencia, expresada en sus textos y comentarios, tienen
honda raíz en el trabajo de todos los días, en las calles y en los “campos de
batalla”.
Y él (no la SIP ni la Aedep y mucho menos Fundamedios) dice que “el
pacto del periódico con sus lectores es un pacto de veracidad y no de
verosimilitud”.
Aunque habla de los periódicos, su sentencia se aplica a toda la prensa:
nos hemos malacostumbrado a imaginar que en la voz de ciertos medios está la
verdad, cuando en la práctica es una versión, o apenas un bosquejo de la
realidad. Y así se han construido como factores políticos de sostén de ciertas
posturas ideológicas, aparentemente independientes de “todo poder”.
El propio Espada dice que “hay periodistas que aún no han entendido que las
noticias son hechos y los hechos no pueden rectificarse”. Por lo mismo, ¿por
qué insisten tanto en la entrevista como casi el único género para acercarse a
la realidad?
Se olvidan ahora los “padres del periodismo ecuatoriano” que a los hechos y
a la cruda realidad no se llega desde la opinión ni desde el show mediático. A
ellos se llega investigando, documentando, poniendo los hechos
irrefutables.
Por lo único que sufren ciertos medios y periodistas es por la pérdida
precisamente de show. La televisión ecuatoriana le ha hecho mucho daño al
periodismo y algunos de sus entrevistadores más cuando se han colocado por
delante de los hechos y haciendo de las entrevistas un ring mediático.
Si ahora los ministros están prohibidos de ir a ciertos medios comerciales
ojalá sea la ocasión propicia para elevar su calidad profesional y demostrarle
a todo el país que de verdad el fin real de la prensa es informar, crear
opinión desde los hechos, generar argumentos para la opinión y garantizar a la
ciudadanía los mejores elementos para que tomen decisiones informadas y
razonadas.
Ya es hora de debatir sobre la calidad del periodismo, para que -como dice
Espada- haya menos películas sobre políticos honrados y más de
periodistas corruptos.
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