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viernes, 1 de junio de 2012

PERFECTOS DESUBICADOS


TOMADO DE DIARIO EL UNIVERSO
AUTOR: FERNANDO BALSECA
FECHA: 01 DE JUNIO 2012

Aunque en la creencia general los políticos profesionales están enchufados de manera nítida a eso que nombramos la realidad, muchas veces ellos aparecen tan fuera de lugar que uno se pregunta cómo es que pretenden representar a vastos sectores de la población y, peor aún, cómo es que se atreven a querer dirigirnos sin siquiera saber pisar adecuadamente el delicado suelo de la cordura. Este es el caso de tres personajes que, con sus maquinarias marqueteras, ya empezaron a autopromocionarse mediante diversas estrategias para el cargo de presidente de la República.

La precandidatura de Álvaro Noboa es una especie de negación infantil de los hechos: a no ser que acontezca un extraordinario cataclismo de una naturaleza jamás antes vista, en la coyuntura de hoy él está destinado, una vez más, a salir malparado en los comicios. Su promesa muy poco seria de convertirnos, a cambio del voto, en millonarios como él, en vez de ser un punto programático atractivo, causa la vergüenza ajena de atestiguar la necedad de alguien que coloca al dinero como el supremo valor. Hay que saber perder, y quedarse en casa; el país en nada se beneficiaría con Noboa como presidente.

La precandidatura de Lucio Gutiérrez hiere la conciencia porque es inadmisible que él y sus coidearios –algunos ocupan puestos prominentísimos en el gobierno del presidente Rafael Correa– ambicionen ofrecernos paz y justicia para la salud de nuestro país. Mientras pudo cumplir la función que se le encomendó en las urnas, Gutiérrez extravió el sentido del buen juicio y del buen gobierno: ¡en su día final, individuos inescrupulosos llegaron a un edificio ministerial a balear a sus compatriotas! El corto periodo de Gutiérrez fue un penoso retroceso de la consolidación de una sociedad mejor. No hay que auspiciarlo ni como el mal menor.

Tal vez la virtud más notoria del precandidato Guillermo Lasso, por contradictorio que esto suene, es que no es un político profesional, pues hasta parece que dice la verdad: en una de sus cuñas televisivas habla con tal candor que uno no atina si a agradecerle o a cuestionarlo, ya que confiesa que ¡solo gracias a un proyecto barrial del banco que hasta hace poco conducía llegó a conocer los entornos de la gente común! ¿Cómo uno se autoriza a ser el salvador de una comunidad sin haber convivido antes con los ciudadanos sin chequeras? La política no debe ser compraventa de imagen; por eso resulta irritante que se intente adquirir la presidencia con sonrisas ensayadas para la cámara.

Como la experiencia nos ha enseñado que es opaca la vocación de servicio al pueblo que aducen los políticos, debemos descubrir qué persiguen ellos en última instancia. ¿Qué cosa en el Estado reluce tan radiantemente que, enceguecidos, están desesperados por ese tesoro, niegan el sentido de las proporciones y actúan como perfectos desubicados? Para las elecciones de 2013 no existe nadie que compita con el presidente Correa. La postura de Santiago Roldós sigue siendo la más necesaria: vaciar de contenidos la reelección del presidente Correa y concentrar esfuerzos con los mejores postulantes para la Asamblea, el único espacio en el que podrán sostenerse, sin ser vejadas ni aplastadas, las voces que no piensan como el gigantesco poder actual.

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