Por Edison Pérez
Foto tomada de la Web |
Sin duda que los actos criminales atribuidos a “Guacho” son repudiables y dejan una sensación de miedo, zozobra, impotencia e indefensión en la ciudadanía. Y no es para menos, en cinco meses la “tranquilidad” del país se vio alterada por varios hechos violentos: en enero, 28 personas quedaron heridas cuando explotó un coche bomba en San Lorenzo; en marzo, cuatro soldados murieron en la parroquia de Mataje por otra detonación y en abril, el asesinato de tres periodistas y el secuestro de dos ciudadanos ecuatorianos que todavía permanecen en manos del denominado “Frente Oliver Sinisterra”.
A
esto hay que sumarle la pobre y desarticulada respuesta del Gobierno. Tanto en
materia diplomática, política, militar y comunicacional. En la primera, el
gobierno no fue capaz de exigir a su par colombiano acciones concretas e
inmediatas para buscar una salida al problema. En lo segundo no logró aglutinar
el respaldo político al interior del país porque el tibio y confuso manejo de
la crisis mostró su inoperancia e improvisación. La estrategia militar nunca
llegó ni se concretó, no obstante hubo una movilización militar mediatizada cuando
todos nos enteramos del fatal desenlace de los tres trabajadores de la
comunicación, ni siquiera el Consejo de Seguridad ad hoc o el Comité de crisis
logró emitir un mensaje de tranquilidad y seguridad a la sociedad. Y en el tema
comunicacional si perdieron el año de principio a fin.
No
fueron capaces de ponerse de acuerdo en el mensaje que se iba a transmitir a la
ciudadanía a través de las ruedas de prensa que, por cierto, carecieron de una
estructura discursiva apegada a la realidad. Cinco hechos concretos y nefastos
demuestran la pérdida de año en esta materia: El primer hecho se da cuando
Colombia confirmó que habían tres periodistas ecuatorianos secuestrados, los hoy
ex ministros de Estado se vieron obligados a corroborar lo que todos ya nos
habíamos enterado gracias a la prensa colombiana. El segundo hecho es cuando los
medios del vecino país difundieron un video en el que aparecían los tres
periodistas encadenados pidiendo al gobierno del Ecuador que acojan las
demandas de “Guacho” para que ellos puedan regresar con vida a su país. En
estos dos primeros momentos el gobierno perdió el tiempo dedicándose a
desmentir o confirmar lo que circulaba en medios colombianos o en redes
sociales descuidando una de las prioridades: establecer una estrategia de
comunicación para tratar el tema.
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En el tercer hecho el ex Ministro del Interior en los primeros días aseguraba que estaban negociando con los secuestradores, días después dijo que no había negociaciones. Este tipo de contradicciones develan la falta de una estrategia comunicacional. El cuarto hecho se evidencia cuando empezó a circular el rumor de que los periodistas habían sido asesinados y las redes sociales se inundaron con fotos desgarradoras que evidenciaban el atroz asesinato de Paúl, Javier y Efraín. En una deschavetada rueda de prensa el nervioso y descompuesto ex Ministro del Interior anunciaba que no se podía verificar la autenticidad de las fotografías, sin embargo, minutos después, en la misma malhadada rueda de prensa, el coronel Fausto Olivo, coordinador de criminalística del Servicio de Medicina Legal y Ciencias Forenses contradecía las desatinadas declaraciones del ex Ministro Navas. Ni siquiera en este delicado momento fueron capaces de coordinar el mensaje que darían a los familiares y ciudadanos a través de los medios.
El
quinto y el más lamentable hecho se da cuando el presidente Moreno, a su
regreso de Perú, en otra improvisada rueda de prensa hizo una de las más
nefastas declaraciones. Un discurso lastimero, lleno de sinsabores y lugares
comunes, sin información concreta sobre los secuestrados, repetición de lo que
el asustado Navas había declarado en el ECU 911 horas antes e imponiendo un
absurdo plazo de 12 horas a alias “Guacho” para que entregue pruebas de vida de
los periodistas. Es triste y lamentable, pero cierto, el secretario de
comunicación, Andrés Michelena, que viajaba junto a Moreno y los familiares de
los periodistas en el avión presidencial, no fue capaz de redactar tres
párrafos para que leyera el Presidente y le ahorre ese bochornoso episodio
mediático. Pero ahí no termina esta quinta evidencia de la pérdida de año en
materia de comunicación. No contento con el plazo de 12 horas, Moreno al día
siguiente, el viernes 13 de abril, después de confirmar lo que ya había
anunciado el presidente colombiano Juan Manuel Santos, el asesinato de los
periodistas ecuatorianos, le puso un plazo de 10 días a “Guacho” para que se
entregue y el mismo plazo a sus ministros para que lo capturen vivo o muerto.
Como era de esperarse, ninguno de los plazos impuestos tuvo resultados. Es
decir, los plazos de Moreno fueron un fracaso total así como el manejo
comunicacional en tiempos de crisis.
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