Por: Wilson
Benavides
Foto tomada de diario El Telégrafo |
La estrategia para “salir del oscurantismo correísta” y “voltear la página” hacia un Ecuador verdaderamente democrático mediante la “expresión soberana del pueblo” en una consulta popular, está generando fuertes cortocircuitos en tres grandes ámbitos.
Uno, el plano
económico, donde los sectores empresariales que hasta hace poco felicitaron la
“apertura al diálogo” del actual Presidente, hoy son los principales
detractores tanto de la pro forma presupuestaria como de la Ley de Reactivación
Económica enviada por el Ejecutivo con carácter urgente.
El otro ámbito
donde se están produciendo estos desencuentros es el plano político, en el que
aún no logra consolidar un consenso mayoritario más allá de las fuerzas
políticas que la apoyan y que se traduzca en una gran movilización social de
todos los sectores a favor de este mecanismo de democracia directa.
Imagen tomada de la página de CEDATOS |
Aunque son evidentes los notorios esfuerzos de los medios por posicionar la idea de un abrumador respaldo a la consulta que -según afirman- alcanza en promedio un 70% de apoyo, lo cierto es que asistimos a un escenario donde el elector votará indistintamente, dependiendo de cada una de las 7 preguntas. Con ello, la idea de un voto “en plancha” al parecer se está diluyendo.
Según la otrora cuestionada
encuestadora CEDATOS, la aceptación de los 7 temas propuestos por el
presidente, es la siguiente: 1. Supresión de por vida de los derechos
políticos para los funcionarios públicos que incurran en actos de corrupción:
76%. 2. Terminación inmediata del Consejo de Participación Ciudadana y
elección de nuevos miembros por voto popular: 71%. 3. Dejar sin efecto
la enmienda de la reelección indefinida: 64%. 4. Eliminación de la Ley
de Plusvalía: 65%. 5. Ampliación y protección del Yasuní y reducción de
territorio de explotación petrolera: 70% 6. Restricción de la minería
metálica: 66% 7. Que no prescriban jamás los crímenes sexuales contra la
niñez: 79%.
Como lo muestran estos datos,
llama profundamente la atención que la pregunta para eliminar la denominada
“reelección indefinida” sea la que concentre menor apoyo, más aún cuando el ex
presidente Correa ha anunciado su retorno para el próximo 24 de noviembre.
El tercer
factor de estancamiento tiene que ver con el plano comunicacional en tres temas
puntuales. Uno, el respaldo público de Guillermo Lasso, Jaime Nebot, Lucio
Gutiérrez, Jimmy Jairala y Paúl Carrasco, resta más que suma.
Dos, el
mensaje de “descorreizar” el país manteniendo en altos cargos del gobierno a
otrora correístas confesos como Barrera, Carvajal, Alvarado, Vicuña, Espinosa, Falconí, entre otros,
genera más dudas que certezas respecto de la real decisión del presidente de ir
por esa línea.
Tres, la idea
de justificar la consulta para “volver a los principios de Montecristi” no
convence a la ciudadanía, más aún si ex asambleístas constituyentes como
Acosta, Cordero, Romo, Amores, entre otros, no asistieron al evento de respaldo
a esta iniciativa organizado en Carondelet ni tampoco se han pronunciado
públicamente sobre este tema. El hecho que estos actores, gestores de la
Constitución de Montecristi, no aparezcan refleja un serio cortocircuito como
lo reseña un diario guayaquileño (Aquí el link: http://bit.ly/2hOsgJ1).
Es claro que hay un uso político de la consulta al
viejo estilo de las prácticas tradicionales. En el retorno a la democracia, la
naciente Ley Electoral, por ejemplo, incluyó
el requisito de nacionalidad para los candidatos a la Presidencia para bloquear
la participación del líder populista Assad Bucaram, pero también prohibió a los
expresidentes presentarse como candidatos para imposibilitar una nueva
participación de José María Velasco Ibarra y de Carlos Julio Arosemena.
Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia.
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