Por: Edison Solis V.
Foto tomada de la web |
Luego de un período de ingobernabilidad que desembocó en la ‘caída’ de tres Presidentes de la República (Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez), y con ellos el Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE), Democracia Popular (DP) y Partido Sociedad Patriótica (PSP), emergió el Movimiento Alianza País (AP) el 19 de febrero de 2006 con el discurso de ser “los semilleros de la nueva Patria”.
Con el 56.6 % de los votos válidos, el
candidato de AP a la Presidencia de la República, Eco. Rafael Correa, triunfó,
en segunda vuelta, frente al empresario guayaquileño Álvaro Noboa, el 26 de
noviembre de 2006. Con la aprobación del 81,73% de votos válidos el 15 de abril
de 2007, y luego de ‘sortear’ la oposición de una mayoría en el Congreso
Nacional, se aprobó la convocatoria a una Asamblea Constituyente, una de las
principales promesas del recién elegido Presidente de la República, para
cambiar la estructura económica, política y social en el país, en ese entonces,
en manos de la oligarquía ecuatoriana.
Con una ‘corriente’ de apoyo en movimientos
sociales progresistas de izquierda Alianza País se convierte en Acuerdo País y
el 30 de octubre de 2007, en las elecciones para Asambleístas Constituyentes,
obtiene 80 de 130 curules. Así surgió un movimiento donde confluyeron
académicos, obreros, estudiantes, campesinos e indígenas, quienes construyeron
la denominada Constitución de Montecristi, para algunos, la mejor por devolver
los derechos ciudadanos a los pueblos y nacionalidades y frenar la voraz
“legitimidad” del neoliberalismo en Ecuador. Así, el 16 de octubre de 2008 se
proclamaron los resultados definitivos del referéndum aprobatorio donde el SÍ
obtuvo el 63,93%, y con ello inició la
esperanza de cambio en el gobierno de la “Revolución Ciudadana”. AP se
convertía, históricamente y en corto tiempo, en una de las mayores
organizaciones políticas con un auge impresionante.
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Han pasado 10 años y nada está como empezó. Toda esa ‘corriente’ progresista e izquierda se desvaneció desde mediados del primer periodo presidencial de Rafael Correa. Algunos campesinos, indígenas, estudiantes, educadores, obreros y académicos terminaron por desprenderse del Gobierno de la Revolución Ciudadana, otros por aliarse y conformar organizaciones similares.
Las bases pensadas como consolidadas
entorno a un Régimen esperaron se cumplan sus plataformas de lucha y así ocurrió
en la medida de la planificación y organización del Gobierno. La teoría y la
práctica del ‘manejo’ de lo público fue evidente con “grandes técnicos expertos”
frente a una “ciudadanía” que hasta denunciaba la falta de diálogo e imposición.
Los supuestos líderes sociales, que en muchos casos se acostumbraron a imponer
y hasta exigir, terminaron por intentar fortalecer sus debilitadas
organizaciones para formar parte de una oposición de “izquierdas” y derecha que
eran denunciadas, con mayor contundencia, en los Enlaces Ciudadanos. La mayoría
estaba satisfecha por las monumentales obras de infraestructura que eran
evidentes y punto. Así, el Gobierno de la Revolución Ciudadana duró 10 años con
errores y aciertos pero marcada por una ‘corriente’ que devolvió la esperanza
de cambio a las mayorías.
“La Era Correa” terminó, al menos por
el momento, y con ello el movimiento AP que hoy está dividido, quizá mañana
desaparezca, si las pugnas de poder interna por captar el liderazgo sigan
vigentes. Tal como están las disputas así parece, aunque luchan por sostenerse
en un movimiento verde flex que les permita legalmente terciar en las
elecciones seccionales de 2019 pero conscientes que a la brevedad posible deben
salir corriendo. Por el momento existe un Presidente sin partido, Lenin Moreno
fue expulsado de su dignidad en AP, aunque el Primer Mandatario insista y
quiera sostenerse en una reacción tardía. Para muchos no solo es un Presidente
sin partido, es un Gobierno sin partido, la mayoría de sus actuales Ministros
pertenecen, o como van las cosas, pertenecieron a AP, ahora cobijados por la
denominada “Ala Morenista”. Al menos ese es el pedido del Presidente vitalicio
de AP, Rafael Correa, en una de sus últimas cartas a su militancia: “No lo
buscamos, ni siquiera lo imaginamos, pero se presentó, y es necesario
enfrentarlo: hay que expulsar a los traidores”. Desde el “Ala Correísta” se
preparan para su Convención donde seguro confirmarán la destitución de Lenin
Moreno y “aliados” así como ratificarán, seguro, a Ricardo Patiño, como el
nuevo Presidente Nacional, y hombre de extrema confianza del Presidente
vitalicio.
La llegada de Rafael Correa podría concretar tres objetivos fundamentales: 1. Confirmar su liderazgo en AP con
la expulsión de Lenin Moreno y sus “aliados” de AP. 2. La elección de la nueva
dirigencia nacional y 3. Hacer campaña por el NO en la Consulta Popular. Así
están las cosas, con un Gobierno sin partido y una derecha que observa de lejos
esperando las elecciones de 2019, y terminar “triunfante” el 2021.
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