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lunes, 27 de noviembre de 2017

GOBIERNO SIN PARTIDO

Por: Edison Solis V.

Foto tomada de la web

Luego de un período de ingobernabilidad que desembocó en la ‘caída’ de tres Presidentes de la República (Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez), y con ellos el Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE), Democracia Popular (DP) y Partido Sociedad Patriótica (PSP), emergió el Movimiento Alianza País (AP) el 19 de febrero de 2006 con el discurso de ser “los semilleros de la nueva Patria”.

Con el 56.6 % de los votos válidos, el candidato de AP a la Presidencia de la República, Eco. Rafael Correa, triunfó, en segunda vuelta, frente al empresario guayaquileño Álvaro Noboa, el 26 de noviembre de 2006. Con la aprobación del 81,73% de votos válidos el 15 de abril de 2007, y luego de ‘sortear’ la oposición de una mayoría en el Congreso Nacional, se aprobó la convocatoria a una Asamblea Constituyente, una de las principales promesas del recién elegido Presidente de la República, para cambiar la estructura económica, política y social en el país, en ese entonces, en manos de la oligarquía ecuatoriana.

Con una ‘corriente’ de apoyo en movimientos sociales progresistas de izquierda Alianza País se convierte en Acuerdo País y el 30 de octubre de 2007, en las elecciones para Asambleístas Constituyentes, obtiene 80 de 130 curules. Así surgió un movimiento donde confluyeron académicos, obreros, estudiantes, campesinos e indígenas, quienes construyeron la denominada Constitución de Montecristi, para algunos, la mejor por devolver los derechos ciudadanos a los pueblos y nacionalidades y frenar la voraz “legitimidad” del neoliberalismo en Ecuador. Así, el 16 de octubre de 2008 se proclamaron los resultados definitivos del referéndum aprobatorio donde el SÍ obtuvo el 63,93%,  y con ello inició la esperanza de cambio en el gobierno de la “Revolución Ciudadana”. AP se convertía, históricamente y en corto tiempo, en una de las mayores organizaciones políticas con un auge impresionante.
Foto tomada de la web

Han pasado 10 años y nada está como empezó. Toda esa ‘corriente’ progresista e izquierda se desvaneció desde mediados del primer periodo presidencial de Rafael Correa. Algunos campesinos, indígenas, estudiantes, educadores, obreros y académicos terminaron por desprenderse del Gobierno de la Revolución Ciudadana, otros por aliarse y conformar organizaciones similares.

Las bases pensadas como consolidadas entorno a un Régimen esperaron se cumplan sus plataformas de lucha y así ocurrió en la medida de la planificación y organización del Gobierno. La teoría y la práctica del ‘manejo’ de lo público fue evidente con “grandes técnicos expertos” frente a una “ciudadanía” que hasta denunciaba la falta de diálogo e imposición. Los supuestos líderes sociales, que en muchos casos se acostumbraron a imponer y hasta exigir, terminaron por intentar fortalecer sus debilitadas organizaciones para formar parte de una oposición de “izquierdas” y derecha que eran denunciadas, con mayor contundencia, en los Enlaces Ciudadanos. La mayoría estaba satisfecha por las monumentales obras de infraestructura que eran evidentes y punto. Así, el Gobierno de la Revolución Ciudadana duró 10 años con errores y aciertos pero marcada por una ‘corriente’ que devolvió la esperanza de cambio a las mayorías.     

“La Era Correa” terminó, al menos por el momento, y con ello el movimiento AP que hoy está dividido, quizá mañana desaparezca, si las pugnas de poder interna por captar el liderazgo sigan vigentes. Tal como están las disputas así parece, aunque luchan por sostenerse en un movimiento verde flex que les permita legalmente terciar en las elecciones seccionales de 2019 pero conscientes que a la brevedad posible deben salir corriendo. Por el momento existe un Presidente sin partido, Lenin Moreno fue expulsado de su dignidad en AP, aunque el Primer Mandatario insista y quiera sostenerse en una reacción tardía. Para muchos no solo es un Presidente sin partido, es un Gobierno sin partido, la mayoría de sus actuales Ministros pertenecen, o como van las cosas, pertenecieron a AP, ahora cobijados por la denominada “Ala Morenista”. Al menos ese es el pedido del Presidente vitalicio de AP, Rafael Correa, en una de sus últimas cartas a su militancia: “No lo buscamos, ni siquiera lo imaginamos, pero se presentó, y es necesario enfrentarlo: hay que expulsar a los traidores”. Desde el “Ala Correísta” se preparan para su Convención donde seguro confirmarán la destitución de Lenin Moreno y “aliados” así como ratificarán, seguro, a Ricardo Patiño, como el nuevo Presidente Nacional, y hombre de extrema confianza del Presidente vitalicio.

La llegada de Rafael Correa podría concretar tres objetivos fundamentales: 1. Confirmar su liderazgo en AP con la expulsión de Lenin Moreno y sus “aliados” de AP. 2. La elección de la nueva dirigencia nacional y 3. Hacer campaña por el NO en la Consulta Popular. Así están las cosas, con un Gobierno sin partido y una derecha que observa de lejos esperando las elecciones de 2019, y terminar “triunfante” el 2021.    

viernes, 24 de noviembre de 2017

EL RETORNO DEL EXPRESIDENTE RAFAEL CORREA ENCIENDE EL AVISPERO POLÍTICO

Por: El Druida

Foto tomada de la web

El solo anuncio del regreso del expresidente Rafael Correa al Ecuador, hoy viernes 24 de noviembre, ha ocasionado disímiles  reacciones en el tan ajetreado escenario político local.

Los ahora alineados al régimen de Lenín Moreno, en ciertos casos, se muestran cautos. Otros más radicales, llevados por sus odios y viejos rencores han llegado incluso a pedir la cárcel para el exmandatario apenas descienda del avión. Mientras, en la otra orilla, están muchas personas que todavía lo respaldan y creen en su palabra, no por ser Correa un “caudillo”, como lo llaman sus acérrimos enemigos políticos, sino porque abandera un proyecto político histórico y transformador, que está en la obligación de reinventarse, a pesar de lo que diga el mismo Moreno, la prensa mercantilista, las élites y los partidos políticos.

Pues sí, este proyecto político debe reinventarse pero sin perder la brújula que lo consolidó como la primera fuerza política durante tanto tiempo, lejos de los intereses individualistas y de las rencillas de sus dirigentes.
Foto tomada de la web

La ruptura entre los ‘correístas’ y ‘morenistas’ es evidente. Si el actual Presidente ya no cree en este movimiento político y lo hecho por el anterior Gobierno, sería mejor que deje las filas de Alianza PAÍS y pase a liderar el movimiento Democracia Sí junto a su amigo Gustavo Larrea. Con él también podrían marcharse en libertad los integrantes de su gabinete, sus asambleístas afines y sus partidarios. Así todos viviríamos en paz, esa paz que Moreno tanto promulga.


Tras siete meses de gestión, ya es hora de que el presidente en funciones se dedique a trabajar por el país y deje de echar la culpa de todos los males a la administración anterior: en los primeros meses de su gestión, podríamos decir, que era una actitud entendible e incluso justificable; pero a casi un año, ese discurso ya empieza a rayar en la inoperancia y la mediocridad.

Correa, por su parte, viene con la primera intención de retomar el control de PAÍS, de lo mucho o lo poco que queda, e impulsar una nueva Asamblea Constituyente, incluso no descarta la creación de un nuevo movimiento político, si las cosas no salen como las piensa.

No cabe duda que el principal escollo que debe superar este movimiento político tiene que ver con los casos de corrupción que al momento  están siendo judicializados. Para ello es necesario que el ala afín a Correa retome ese discurso ‘anticorrupción’ cooptado por las élites y el régimen de Moreno. ¿O acaso en los 10 años del gobierno de Correa no se luchó contra corrupción? Si no es así, ¿en qué régimen  fueron denunciados, como ejemplos,  los casos del Ministro de Deportes, el caso Duzac o el de la asambleista Esperanza Galván?.

Tanto en la oposición como en el Gobierno de Moreno creen que la presencia del expresidente Correa solo tiene el propósito de incendiar (léase desestabilizar) al país. No obstante, es necesario que sea él quien de manera objetiva se empape de los procesos judiciales, aterrice en la realidad, y sea él quien desvirtúe (o no) cada uno de estos argumentos. No cabe duda que está en juego su capital político y su credibilidad ante la nación. Lo cierto es que esas élites, las mismas que ahora apoyan al gobierno de Moreno, aunque no hayan votado por él, no se van a arriesgar a que se fortalezca la figura política de Correa en ningún caso, por eso impulsan la Consulta Popular y el sí a la posibilidad de eliminar la reelección indefinida.


Es necesario que el exmandatario retorne al país, no solo porque el derecho lo asiste, sino por una responsabilidad ética con la historia y con la Patria.

lunes, 20 de noviembre de 2017

CORTOCIRCUITO Y CONSULTA

Por: Wilson Benavides

Foto tomada de diario El Telégrafo

La estrategia para “salir del oscurantismo correísta” y “voltear la página” hacia un Ecuador verdaderamente democrático mediante la “expresión soberana del pueblo” en una consulta popular, está generando fuertes cortocircuitos en tres grandes ámbitos. 

Uno, el plano económico, donde los sectores empresariales que hasta hace poco felicitaron la “apertura al diálogo” del actual Presidente, hoy son los principales detractores tanto de la pro forma presupuestaria como de la Ley de Reactivación Económica enviada por el Ejecutivo con carácter urgente.

El otro ámbito donde se están produciendo estos desencuentros es el plano político, en el que aún no logra consolidar un consenso mayoritario más allá de las fuerzas políticas que la apoyan y que se traduzca en una gran movilización social de todos los sectores a favor de este mecanismo de democracia directa.  

Imagen tomada de la página de CEDATOS

Aunque son evidentes los notorios esfuerzos de los medios por posicionar la idea de un abrumador respaldo a la consulta que -según afirman- alcanza en promedio un 70% de apoyo, lo cierto es que asistimos a un escenario donde el  elector votará indistintamente, dependiendo de cada una de las 7 preguntas. Con ello, la idea de un voto “en plancha” al parecer se está diluyendo.

Según la otrora cuestionada encuestadora CEDATOS, la aceptación de los 7 temas propuestos por el presidente, es la siguiente: 1. Supresión de por vida de los derechos políticos para los funcionarios públicos que incurran en actos de corrupción: 76%. 2. Terminación inmediata del Consejo de Participación Ciudadana y elección de nuevos miembros por voto popular: 71%. 3. Dejar sin efecto la enmienda de la reelección indefinida: 64%. 4. Eliminación de la Ley de Plusvalía: 65%. 5. Ampliación y protección del Yasuní y reducción de territorio de explotación petrolera: 70% 6. Restricción de la minería metálica: 66% 7. Que no prescriban jamás los crímenes sexuales contra la niñez: 79%.

Como lo muestran estos datos, llama profundamente la atención que la pregunta para eliminar la denominada “reelección indefinida” sea la que concentre menor apoyo, más aún cuando el ex presidente Correa ha anunciado su retorno para el próximo 24 de noviembre.

El tercer factor de estancamiento tiene que ver con el plano comunicacional en tres temas puntuales. Uno, el respaldo público de Guillermo Lasso, Jaime Nebot, Lucio Gutiérrez, Jimmy Jairala y Paúl Carrasco, resta más que suma.

Dos, el mensaje de “descorreizar” el país manteniendo en altos cargos del gobierno a otrora correístas confesos como Barrera, Carvajal, Alvarado,  Vicuña, Espinosa, Falconí, entre otros, genera más dudas que certezas respecto de la real decisión del presidente de ir por esa línea.

Tres, la idea de justificar la consulta para “volver a los principios de Montecristi” no convence a la ciudadanía, más aún si ex asambleístas constituyentes como Acosta, Cordero, Romo, Amores, entre otros, no asistieron al evento de respaldo a esta iniciativa organizado en Carondelet ni tampoco se han pronunciado públicamente sobre este tema. El hecho que estos actores, gestores de la Constitución de Montecristi, no aparezcan refleja un serio cortocircuito como lo reseña un diario guayaquileño (Aquí el link: http://bit.ly/2hOsgJ1). 


Es claro que hay un uso político de la consulta al viejo estilo de las prácticas tradicionales. En el retorno a la democracia, la naciente Ley Electoral, por ejemplo, incluyó el requisito de nacionalidad para los candidatos a la Presidencia para bloquear la participación del líder populista Assad Bucaram, pero también prohibió a los expresidentes presentarse como candidatos para imposibilitar una nueva participación de José María Velasco Ibarra y de Carlos Julio Arosemena. Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia. 

martes, 7 de noviembre de 2017

Contrapropaganda de la Revolución Ciudadana

 Por: Edison Solis

10 años de gobierno de la Revolución Ciudadana fueron suficientes para entender el real efecto de los medios de información en la transformación o conservación del sistema económico, político, social y cultural en Ecuador. En la edición de diario El Universo, Domingo 11 de enero de 2009, Sección Política, con el titular: Propaganda, Herramienta para Imponer una Verdad; Vinicio Alvarado, en ese entonces Secretario de Comunicación del gobierno de Rafael Correa, sostenía que “su estrategia publicitaria se divide en tres piezas: 1. Los comerciales de televisión para informar qué hace el Gobierno con la plata del pueblo, en los cuales ‘no aparece Correa’;  2. Los comerciales de contenido emocional, que buscan generar cambios de conducta, en los que sí aparece la imagen del Presidente; y, 3. La información sobre la visión del Gobierno, que incluye las cadenas, los enlaces radiales sabatinos, el periódico y la página web”. Maquinaria de información masiva que sirvió como contrapropaganda a la propaganda diaria y acostumbrada de la oposición en los medios masivos de información privados autodenominados como “independientes” pero calificados en el escenario político como reales y hasta contundentes oponentes al gobierno de la Revolución Ciudadana.

Foto tomada de la web

Con este antecedente es necesario preguntarse: ¿Sirvió o no la contrapropaganda del gobierno de Rafael Correa a la ciudadanía? Sí y No. SI, porque logró desarticular, los discursos trillados, pero no carente de contenido ideológico, de “traidor” por parte de la “izquierda” ecologista y maoista; y totalitarista, de la derecha plutocrática que se acostumbró a Co-Gobernar desde los sofás de sus oficinas. Fueron desenmascarados los poderes fácticos, así como la denominada, por el mismo Primer Mandatario, como la  “izquierda infantil”; acusados en su momento de ser los históricos movimientos políticos “revolucionarios” que hacen juego a la derecha ecuatoriana. La ciudadanía se empoderó de esas constantes denuncias y distinguió claramente las diferencias entre ricos y pobres que llevó a poner en práctica la lucha de clases en pleno siglo XXI. NO, porque el único que apareció enfrentando la propaganda opositora fue Rafael Correa que fortaleció solo su liderazgo y debilitó la imagen de la generación de posibles nuevos ‘cuadros’ desde su mismo gabinete ministerial, y más aún, desde las bases ciudadanas. Acumuló y dilapidó. Recuerdo el dicho popular: “muerta la cabeza, muerto los tentáculos”. Muestra de aquello es la coyuntura actual en Alianza País: la carencia total de liderazgos para una real oposición al gobierno de Lenin Boltaire Moreno Garcés. Es tan claro que hasta ahora el único que marca un liderazgo opositor, y desde el extranjero, sigue siendo Rafael Correa.

Foto tomada de ANDES

10 años de contrapropaganda que extrañan académicos, estudiantes, empleados, obreros, betuneros y hasta amas de casa. Como no olvidarse de periodistas, dueños de medios de información y las instituciones “defensoras de la libertad de expresión”. Ocho meses de un nuevo gobierno que canceló los Enlaces Ciudadanos, principal dolor de cabeza de la oligarquía mediática porque, según los expertos, fue el que mayor efecto de contrapropaganda provocó en las estructuras económicas, políticas, sociales y culturales de los ecuatorianos.


Ahora no hay contrapropaganda,  volvió la propaganda neoliberal acostumbrada y difundida como información en los medios privados “independientes” y ahora hasta en los “medios” públicos. La contrapropaganda fue la jugada estratégica perfecta del gobierno de la Revolución Ciudadana con una maquinaria de medios de información que ahora intentarían ser desmantelados por un gobierno que no deja de oponerse, sin duda, al gobierno de uno de los personajes políticos ecuatorianos que provocó y provoca aún pesadillas a la oligarquía ecuatoriana: Rafael Vicente Correa Delgado.