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lunes, 13 de mayo de 2013

Rigor periodístico


Tomado de 


Por José Luis Esquivel

El rigor periodístico distingue a un auténtico profesional de un improvisado que tiene acceso a las herramientas modernas de la información y el entretenimiento.

           Foto: 005/365 – fotoperiodismo por publikaccion.es @Flickr

El periodismo de hoy vive una serie de transformaciones debido a las tecnologías de punta que han validado, como nunca, la actualidad informativa y, por tanto, la difusión de los hechos en tiempo real, pero también la influencia de las redes sociales está revolucionando a los medios tradicionales para modificar sus contenidos con temas más cercanos a la gente y más divertidos.

La televisión principalmente está en un parteaguas de su historia constatando que su axioma “No audiencie, no party” ahora encuentra plenitud en sus noticieros no solamente con los asuntos políticos y segmentos de sangre o desastre, sino que su devoción por el rating tiene como foco de atención la frivolidad en primer término y el show de los periodistas en la pantalla.

Las audiencias están cada vez más volviéndose adictas a Facebook o a You Tube o a leer las noticias en el iPad o a revisar minuto a minuto cuanto material contienen sus teléfonos móviles y, en estas circunstancias, son sus prácticas de uso, reapropiación y consumo, las que determinan el rumbo de la producción televisiva y plantearse la necesidad de adaptarse al cerebro de las nuevas generaciones de receptores, cabalmente en el terreno de la información de actualidad.

Sin embargo, los principios del periodismo son inamovibles para la televisión como lo siguen siendo para la prensa en general, para la radio y para cualquier otro medio digital que desee transmitir noticias por el sistema que sea y trátese de la plataforma que se trate.

Y uno de esos postulados básicos, sobre todo del profesional de los medios, es el rigor periodístico lo que significa verificar los datos explorados y confrontar la diversidad de fuentes hasta que haya plena constancia de la realidad que se va a exponer. Y como la verdad –la verdad propia, es decir de quien da testimonio de ella en los medios– es muy lenta, hay que dar la cara por ella hasta que pueda ser demostrada en forma contundente.

Así es como se construye la credibilidad, que es el bien preciado de quien se ostenta como representante legítimo de eso que llamamos opinión pública y que, en un sistema democrático, es fruto de la libertad de prensa y de expresión así como del pleno ejercicio del derecho a la información.

Por el rigor periodístico se representa y se construye la realidad que merece conocer las masas, y por ese rigo periodístico se combate la manipulación, la mentira y la parcialidad hacia los poderes político y económico, además de encontrar apoyo en él para pedir perdón por los errores comunes en un oficio sometido a presiones y a cargas emocionales muy especiales.

El rigor periodístico distingue a un auténtico profesional de un improvisado que tiene acceso a las herramientas modernas de la información y el entretenimiento. Porque si no se sabe contrastar una noticia se corre el riesgo del amarillismo o la difamación.


Publicado originalmente en Revista Mexicana de Comunicación: Rigor periodístico | Revista Mexicana de Comunicación (RMC)

sábado, 4 de mayo de 2013

De libertades, prensa y expresión

Imagen tomada de la web

Por Alexander Amézquita O

Artículo original en:

Hoy, 3 de mayo, se celebra el Día Internacional de la Libertad de Prensa y esto amerita una reflexión sobre las implicaciones y relaciones que se construyen en los discursos sociales sobre este tema y esta fecha.

Como siempre, y de la misma forma que hemos tratado de evidenciar a través de este medio, se confunde a la Libertad de Prensa como la Libertad de Expresión. Por doquier, en medios que conmemoran este día y en múltiples espacios gubernamentales y no gubernamentales, se fomenta esta confusión, que puede tener consecuencias nefastas para la experiencia democrática y para la vida ciudadana en general. La libertad de expresión, el derecho inalienable que poseemos todas las personas, de expresar lo que pensamos de manera libre y protegida, sin perjuicio de persecución o algún otro tipo de sanción por nuestras opiniones, no es igual – aunque está relacionado – a la libertad de prensa.

La libertad de prensa es un derecho ejercido no por personas, sino por organizaciones, que en uso y práctica de un bien social, la información periodística, deben ver protegida su labor de producir y difundir información. La libertad de prensa es un derecho que protege a los medios de comunicación para poder ejercer su trabajo, el mismo que muchas veces se enmarca, o promueve, o es alimentado, por la opinión de personas, esas si ciudadanos y ciudadanas. La posibilidad de acceder a una información de calidad, pasa entonces por la necesidad de proteger el trabajo de los medios que pretenden producir y difundir ese tipo de información. Un medio puede ejercer su trabajo, bajo la protección que le otorga la libertad de prensa, la posibilidad de producir información – como medio – sin perjuicio de persecuciones políticas o censuras.

Por otro lado, la libertad de expresión tiene que ver con precautelar la posibilidad de expresarse, que tiene cada ciudadano y cada ciudadana. Esas expresiones puede difundirse a través de medios de comunicación o cualquier otras plataforma de intercambio, mediada por tecnologías que van desde el habla y la escritura, hasta las redes sociales y soportes multimediales. Pero son emitidas por las personas en calidad de ciudadanos.

Imagen tomada de la web
Ahí está la diferencia. Así, todos somos ciudadanos y ciudadanas, sujetos a la protección de nuestros derechos por parte del estado, pero mientras la libertad de expresión es ejercida únicamente bajo el manto de la ciudadanía, de pertenecer a una nación y a este mundo y de poder decir lo que se piensa – evidentemente amparados en múltiples ejercicios de identidad: como mujer, como trabajador, como científico, etc. –, la libertad de prensa se ejerce bajo el amparo de la labor periodística, de la legitimidad y credibilidad del medio a través de la que se difunde y del sistema de medios en el que se inscribe dicha producción. Esa diferencia no crea un abismo, establece puentes entre un ciudadano que emite una opinión únicamente en cuanto tal, y un medio que emite opiniones protegido además (y en algunos casos en riesgo precisamente por ello) por ser medio de comunicación, envestido de la legitimidad que le otorga su estatus como institución social, con significados imaginarios que la sostienen en las mentes y expectativas de las personas, así como de la alta o baja credibilidad que haya conseguido al cumplir o no esas expectativas imaginarias en sus usuarios.

Esa leve diferencia, el tipo de institución que ampara cada ejercicio de libertad, conlleva riesgos y responsabilidades diversas. Sería ingenuo suponer que en cada escenario institucional no se ejerce, además, un tipo particular de poder, y como todo poder, cada uno de esos ejercicios puede derivar en tipos particulares de dominación. Si las maquinarias electorales, los recursos estatales y el propio carisma pueden servir para otorgar un poder particular a quien ejerce la política, lo mismo ocurre cuándo un medio ejerce su libertad de prensa, puede generar ejercicios de poder que eventualmente podrían derivar en dominación, en tanto la institución del sistema de comunicación de una sociedad, otorga legitimidad a un medio más allá de la credibilidad del mismo. Su plataforma de difusión e intercambio de información, otorga al medio una amplitud de la que no gozan la mayoría de otros ejercicios de comunicación, de la misma forma que pone en un mayor riesgo a quien ejerce la libertad de prensa pues lo visibiliza hasta casi la transparencia, y es por ello que el periodismo debe ser una labor no solo protegida a través de esta libertad, sino como una profesión de alto riesgo.

Pero así mismo, las responsabilidades son mayores. Es por esto por lo que no podemos equiparar, aunque si relacionar, a estas dos libertades, porque las instituciones, riesgos y responsabilidades de con llevan son distintas, y lo son precisamente para proteger a aquellos sujetos más vulnerables. Es peligroso que los medios se apropien de la libertad de expresión, lo mismo que lo hagan los gobiernos, porque el más vulnerable de los sujetos queda entonces sin protección. Porque ni todos los ciudadanos y ciudadanos tenemos la posibilidad, el interés o la suerte de difundir nuestras opiniones o ser nombrados por los medios, ni estamos todos y todas representados por los miembros del gobierno en el poder. Por eso lo que nos pertenece es la protección del estado, que trasciende gobiernos y que es una esfera distinta a la sociedad civil y a los medios, con el fin de que podamos acudir a él cuando nuestros derechos y libertades son vulneradas.

Pero si diferentes sectores de la prensa o del gobierno se apropian discursiva, social y judicialmente de la libertad de expresión, menos lugar queda para el ciudadano, con menos recursos para movilizar sus reclamaciones. La distinción entonces sirve para otorgarle a cada actor sus respectivos recursos, aquellos dedicados a proteger a la prensa, y aquellos dedicados a proteger a los ciudadanos.

Por otro lado, es evidente que sin libertad de prensa es imposible ejercer la libertad de expresión, porque si un medio con todos sus recursos no puede movilizar sus opiniones o producir información, mucho menos lo podrá hacer un ciudadano que no pueda acudir a esos medios o proclamar sus ideas individual o colectivamente. Pero sabemos que es una condición necesaria, más no suficiente de la libertad de expresión. Se requiere adicionalmente un estado protector y sobre todo una ciudadanía movilizada y dispuesta a adelantar sus prácticas, a interpretar y criticar a los medios y al estado. Las instituciones generalmente pretender mantener el statu quo, y los medios o el estado no son la excepción, y sólo cambian cuando la libertad de expresión se ejerce por ciudadanos interesados, dispuestos a escuchar y a valorar positívamente los desacuerdos.

Por eso, hoy celebramos la libertad de prensa, recordando sí cuán importante es el periodismo libre, los riesgos que implica, pero sobre todo la enorme responsabilidad que recae sobre los medios al ejercer su libertad de prensa para fortalecer la libertad de expresión de todos los demás.