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sábado, 4 de mayo de 2013

De libertades, prensa y expresión

Imagen tomada de la web

Por Alexander Amézquita O

Artículo original en:

Hoy, 3 de mayo, se celebra el Día Internacional de la Libertad de Prensa y esto amerita una reflexión sobre las implicaciones y relaciones que se construyen en los discursos sociales sobre este tema y esta fecha.

Como siempre, y de la misma forma que hemos tratado de evidenciar a través de este medio, se confunde a la Libertad de Prensa como la Libertad de Expresión. Por doquier, en medios que conmemoran este día y en múltiples espacios gubernamentales y no gubernamentales, se fomenta esta confusión, que puede tener consecuencias nefastas para la experiencia democrática y para la vida ciudadana en general. La libertad de expresión, el derecho inalienable que poseemos todas las personas, de expresar lo que pensamos de manera libre y protegida, sin perjuicio de persecución o algún otro tipo de sanción por nuestras opiniones, no es igual – aunque está relacionado – a la libertad de prensa.

La libertad de prensa es un derecho ejercido no por personas, sino por organizaciones, que en uso y práctica de un bien social, la información periodística, deben ver protegida su labor de producir y difundir información. La libertad de prensa es un derecho que protege a los medios de comunicación para poder ejercer su trabajo, el mismo que muchas veces se enmarca, o promueve, o es alimentado, por la opinión de personas, esas si ciudadanos y ciudadanas. La posibilidad de acceder a una información de calidad, pasa entonces por la necesidad de proteger el trabajo de los medios que pretenden producir y difundir ese tipo de información. Un medio puede ejercer su trabajo, bajo la protección que le otorga la libertad de prensa, la posibilidad de producir información – como medio – sin perjuicio de persecuciones políticas o censuras.

Por otro lado, la libertad de expresión tiene que ver con precautelar la posibilidad de expresarse, que tiene cada ciudadano y cada ciudadana. Esas expresiones puede difundirse a través de medios de comunicación o cualquier otras plataforma de intercambio, mediada por tecnologías que van desde el habla y la escritura, hasta las redes sociales y soportes multimediales. Pero son emitidas por las personas en calidad de ciudadanos.

Imagen tomada de la web
Ahí está la diferencia. Así, todos somos ciudadanos y ciudadanas, sujetos a la protección de nuestros derechos por parte del estado, pero mientras la libertad de expresión es ejercida únicamente bajo el manto de la ciudadanía, de pertenecer a una nación y a este mundo y de poder decir lo que se piensa – evidentemente amparados en múltiples ejercicios de identidad: como mujer, como trabajador, como científico, etc. –, la libertad de prensa se ejerce bajo el amparo de la labor periodística, de la legitimidad y credibilidad del medio a través de la que se difunde y del sistema de medios en el que se inscribe dicha producción. Esa diferencia no crea un abismo, establece puentes entre un ciudadano que emite una opinión únicamente en cuanto tal, y un medio que emite opiniones protegido además (y en algunos casos en riesgo precisamente por ello) por ser medio de comunicación, envestido de la legitimidad que le otorga su estatus como institución social, con significados imaginarios que la sostienen en las mentes y expectativas de las personas, así como de la alta o baja credibilidad que haya conseguido al cumplir o no esas expectativas imaginarias en sus usuarios.

Esa leve diferencia, el tipo de institución que ampara cada ejercicio de libertad, conlleva riesgos y responsabilidades diversas. Sería ingenuo suponer que en cada escenario institucional no se ejerce, además, un tipo particular de poder, y como todo poder, cada uno de esos ejercicios puede derivar en tipos particulares de dominación. Si las maquinarias electorales, los recursos estatales y el propio carisma pueden servir para otorgar un poder particular a quien ejerce la política, lo mismo ocurre cuándo un medio ejerce su libertad de prensa, puede generar ejercicios de poder que eventualmente podrían derivar en dominación, en tanto la institución del sistema de comunicación de una sociedad, otorga legitimidad a un medio más allá de la credibilidad del mismo. Su plataforma de difusión e intercambio de información, otorga al medio una amplitud de la que no gozan la mayoría de otros ejercicios de comunicación, de la misma forma que pone en un mayor riesgo a quien ejerce la libertad de prensa pues lo visibiliza hasta casi la transparencia, y es por ello que el periodismo debe ser una labor no solo protegida a través de esta libertad, sino como una profesión de alto riesgo.

Pero así mismo, las responsabilidades son mayores. Es por esto por lo que no podemos equiparar, aunque si relacionar, a estas dos libertades, porque las instituciones, riesgos y responsabilidades de con llevan son distintas, y lo son precisamente para proteger a aquellos sujetos más vulnerables. Es peligroso que los medios se apropien de la libertad de expresión, lo mismo que lo hagan los gobiernos, porque el más vulnerable de los sujetos queda entonces sin protección. Porque ni todos los ciudadanos y ciudadanos tenemos la posibilidad, el interés o la suerte de difundir nuestras opiniones o ser nombrados por los medios, ni estamos todos y todas representados por los miembros del gobierno en el poder. Por eso lo que nos pertenece es la protección del estado, que trasciende gobiernos y que es una esfera distinta a la sociedad civil y a los medios, con el fin de que podamos acudir a él cuando nuestros derechos y libertades son vulneradas.

Pero si diferentes sectores de la prensa o del gobierno se apropian discursiva, social y judicialmente de la libertad de expresión, menos lugar queda para el ciudadano, con menos recursos para movilizar sus reclamaciones. La distinción entonces sirve para otorgarle a cada actor sus respectivos recursos, aquellos dedicados a proteger a la prensa, y aquellos dedicados a proteger a los ciudadanos.

Por otro lado, es evidente que sin libertad de prensa es imposible ejercer la libertad de expresión, porque si un medio con todos sus recursos no puede movilizar sus opiniones o producir información, mucho menos lo podrá hacer un ciudadano que no pueda acudir a esos medios o proclamar sus ideas individual o colectivamente. Pero sabemos que es una condición necesaria, más no suficiente de la libertad de expresión. Se requiere adicionalmente un estado protector y sobre todo una ciudadanía movilizada y dispuesta a adelantar sus prácticas, a interpretar y criticar a los medios y al estado. Las instituciones generalmente pretender mantener el statu quo, y los medios o el estado no son la excepción, y sólo cambian cuando la libertad de expresión se ejerce por ciudadanos interesados, dispuestos a escuchar y a valorar positívamente los desacuerdos.

Por eso, hoy celebramos la libertad de prensa, recordando sí cuán importante es el periodismo libre, los riesgos que implica, pero sobre todo la enorme responsabilidad que recae sobre los medios al ejercer su libertad de prensa para fortalecer la libertad de expresión de todos los demás.

1 comentario:

  1. Por un verdadero ejercicio de la Libertad de Prensa. Por una verdadera libertad de expresión. ¡Vivan los medios alternativos!

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