Por: Frijolero
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Richard Martinez, ministro de Economía y Finanzas |
Los
neoliberales han desarrollado una capacidad amoral impresionante cuando se
trata de entender los problemas sociales. Por querer mostrarse objetivos al
hablar de la coyuntura económica han perdido el asombro y la admiración si más
de 160 mil personas no tienen empleo pleno luego de un año de funciones del
Gobierno de turno, según lo ha dado a conocer el Instituto Nacional de
Estadística y Censo, Inec. bit.ly/2uFJDhy
Es
la amarga realidad, pero sus técnicos se esmeran en acaramelar la información
con eso de que son datos estadísticamente no significativos, igual saben a hiel
y son difíciles de dirigir para quienes prometieron durante la campaña
electoral del 2017, 250 mil empleos al año.
El
propio ministro de Trabajo, Raúl Ledesma, debió pedir un gran vaso de agua
azucarada al instituto de estadísticas, en su intento de saborear sus recientes
datos sobre el comportamiento de las cifras de desempleo, pues no cuadrarían
con los 300 mil contratos registrados en la institución a su cargo, según ha dicho
a los medios.
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Raúl Ledesma, ministro de Trabajo |
En
medio del desconcierto, sucedió otro imprevisto. Las cámaras empresariales y
sus voceros salieron, como nunca antes, a justificar la caída del empleo pleno como
una situación coyuntural y necesaria, mientras toman fuerza en el mercado las
políticas de estabilización y optimización gubernamentales para generar trabajo,
aducen.
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Representantes de las Cámaras de Quito y Guayaquil, Patricio Alarcón y Pablo Arosemena. |
Las
cámaras empresariales endosaron también la responsabilidad de las actuales
cifras de desempleo al Gobierno anterior, al acusarlo de dispendio de la
bonanza petrolera, pero olvidan que el sector privado mejoró sus utilidades
gracias al incremento del consumo, sin embargo no cambió su modelo de negocios,
pues frente a la demanda creciente decidió importar y no producir internamente,
provocando desequilibrios en la balanza comercial.
Richard
Martínez, actual ministro de Finanzas y, José Hidalgo, de la Corporación de
Estudios para el Desarrollo, CORDES, el domingo 22 de julio reciente, se
esmeraron en prometer empleo a la población, sin aclarar cómo ni cuándo se
concretará su oferta y, al unísono con las cámaras empresariales, pedían
paciencia hasta que el sector privado se recupere del impacto del “populismo” y
vuelva al sendero de la producción, posición curiosa dado que desde el año 2015
se recupera el indicador de inversión empresarial en la formación bruta de
capital fijo, o infraestructura de producción, es decir, las mejoras vienen
desde tres años atrás, según el Banco Central. bit.ly/2qp4818
Y
mientras perdonan los impuestos a sus antiguos jefes, los grupos económicos más
importantes del país, los titulares del Ministerio de Finanzas piden al pueblo
esfuerzo y sacrificio, porque, aseguran, se debe pagar la factura del mal manejo
económico de la última década. El mensaje es claro: ni se les ocurra que el
“cheque” saldrá de los emporios económicos, porque deben invertir en el país y
merecen ser tratados como ciudadanos de primera, con privilegios, aún por
encima de los derechos establecidos en la Constitución.
Fórmula
y argumento similar emplearon los gobiernos de Oswaldo Hurtado, Alberto Dahik,
Jamil Mahuad, Gustavo Noboa y Lucio Gutiérrez, quienes mutilaron el aspecto
social de la economía, la convirtieron en un asunto netamente contable. Sus
medidas económicas sacudieron la estabilidad social del país por subsumir en la
pobreza a buena parte de la población, cuando esta comprendió la mecánica de
las medidas de ajuste y el impacto en su vida cotidiana, se movilizaron, al
punto de convulsionar al sistema político.
Los
intelectuales neoliberales observan a esos hechos como costo político, los
explican con cierta ligereza como fenómenos propios cuando se producen los
ajustes. Nunca entendieron el clamor de las mayorías. Quienes racionalizaron
las apasionadas reacciones del pueblo, último recurso de todo ser humano frente
a la carencia de empleo y mejoras en su vida, intentaron comunicar su mensaje a
las instituciones, pero los tacharon de populistas. No obstante, la realidad es necia, por más que
intenten endulzarla, explotará en algún momento, solo esperemos que no sea con
violencia.
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