
Aunque el tratamiento y conocimiento de la comunicación alternativa y popular no son nuevos en el mundo, especialmente en Latinoamérica, fue importante que un Jefe de Estado aliente a los habitantes a encaminarse por esta alternativa. “Apoyemos a los medios alternativos, a los que son creados por los propios ciudadanos y son públicos. No a los medios privados que nos han causado tanto daño”. Estas fueron las palabras que el Presidente de la República, Rafael Correa, mencionó en el informe de labores en pasado mes de enero que presentó a los asambleístas en transición en la Comisión Legislativa. Pero ¿Qué es la comunicación alternativa y popular?
La extrema desigualdad que se ha creado en el intercambio de la información por parte de los grupos económicos, que son dueños de los medios de comunicación empresariales, ha permitido que los sectores populares creen sus medios de difusión ‘alternos’ a la de los grandes emporios. La comunicación popular, a diferencia de los tradicionales, es entendida como el órgano de difusión útil, la que comparte experiencias y aquella que logra el intercambio sociocultural y político de los sectores populares. De esta manera, se necesitan medios alternos de comunicación que fundamenten la concepción de participación con el objetivo de propiciar la comunicación de doble vía que conduzca a reafirmar su identidad y fundamentar el cambio. “El calificativo de comunicación significa que nos referimos a “otra comunicación”, distinta a la “una” que nosotros conocemos; que hablamos del tipo de comunicación que es expresión de “algo otro”, distinto de lo “uno” que habitualmente nos transmite la comunicación predominante” 1.
Con esta perspectiva, a finales de los 70 América Latina vive el auge de la comunicación popular luego que los distintos estudiosos latinoamericanos concibieron teóricamente la nueva forma de comunicación. Para esto, empezaron por examinar, discutir y analizar la posición de la UNESCO respecto al Nuevo Orden Internacional de la Comunicación (NOIC) debido a que ésta sentaba algunas bases teóricas de la comunicación popular. Sin embargo, son en los años ochenta donde la comunicación popular es catalogada como la nueva vía del desarrollo democrático, de justicia social, de libertad. Es en este contexto, donde actores autónomos y determinados por sus referentes culturales y no de clase, fueron los que demandaron una comunicación más plural y abierta. Dentro de este esquema la mayoría de prácticas comunicativas de producción bibliográfica e investigaciones, y a nivel de implementación de proyectos de desarrollo, se realizaron en América Latina. Una comunicación que surgió desde los propios actores y sectores sociales fundamentándose, principalmente, en el análisis, críticas, reflexiones, propuestas y proyectos.
Los estudios de comunicación en América Latina se orientaron a descubrir y denunciar los rasgos mediante los cuales la ideología dominante penetra los procesos de comunicación y produce determinados efectos. Asimismo, el crecimiento de las empresas comunicacionales extendidas a distintos países que, por necesidad de desarrollo tecnológico, crecimiento cultural, deudas o desventajas económicas, han permitido el establecimiento de estas trasnacionales de la comunicación. La omnipotencia que en la versión funcionalista se atribuía a los medios de comunicación pasó a depositarse en la ideología que se volvió dispositivo totalizador de discursos. También desde el estructuralismo se redujo el sentido al código, sin embargo, también este paradigma continuaba reforzando la presencia de los medios de comunicación, la cual, tanto el funcionalismo como el estructuralismo, se centraban en la manipulación a través del mensaje que se convirtió en instrumento de dominación ideológica imperialista. Una de las repuestas a los sectores ‘subalternos’ o ‘populares’ a esta ofensiva ideológica fue la creación de medios de comunicación, principalmente periódicos campesinos y obreros, que trataban de construir su experiencia social. El fenómeno de los medios de comunicación se presenta entonces como una institución que manifiesta los enfrentamientos entre clases.
Para el proyecto imperialista, el medio de comunicación era el eje fundamental para la participación de las masas que generaba la ilusión de integración de masas. En cambio para los sectores populares debía ser el canal de expresión de las masas para construir las bases de la economía socialista y la generación de la conciencia colectiva. Las principales características que empezaron a diferenciar a la comunicación imperialista (tradicional) con la comunicación popular (Comunicación Alternativa) era aquella de proclamar el cambio de la sociedad y, principalmente, de denuncia a una situación deficitaria. Cuando hablamos de alternativa queremos significar otra sociedad, otra comunicación, otro medio distinto al habitual y tradicional. Las pequeñas comunidades locales y regionales, para impulsar su propio desarrollo y dirigirse hacia un proceso de cambio a través de la critica y de los planes diseñados por entidades oficiales o privadas, les es imposible encontrar el apoyo de los medios masivos de comunicación. Para esto, han recurrido a pequeños medios o micromedios, de fácil diseño, elaboración, producción y manejo que son susceptibles de generar procesos de comunicación alternativa en comunidades urbanas y rurales. Con este proceso se busca, pues, influir en núcleos significativos de la población para ir generando un consenso sobre la necesidad de la transformación de las estructuras sociales. “Además, sobre los objetivos las informaciones y los mecanismos de proyectos de desarrollo que impliquen la concientización, la organización y la movilización de los pobladores en la construcción de su propia historia” 2.
Para esto, los líderes y promotores deben involucrar a otras personas o grupos barriales para que participen en forma decidida consciente en el proceso de cambio social y la solución de sus propios problemas. De esta manera, si para los medios de comunicación empresariales el receptor es un mero agente de recepción de información; es necesario insistir en una nueva concepción de la comunicación: la Comunicación Popular. En términos concretos de educación política que conlleva la impugnación al modelo de comunicación dominante y orientada hacia las búsquedas de alternativas que rompan con la comunicación vertical. La comunicación Alternativa, Popular, Participativa; constituyen un todo orgánico y sistemático que se sustenta en la cultura popular. Por eso es básica la cultura popular en el proceso de comunicación popular cuyas características son colectivas, comunitarias, concretas, pluralistas, universal, proletaria y creadora.
Los medios de comunicación públicos
Mas allá de quién financie el medio de comunicación público es necesario insistir en su política a seguir, y de hecho, en los contenidos que se van ha informar. Es decir, cumplir con los preceptos reales de la comunicación pública que se asimilan con la denominada comunicación alternativa y popular respecto a que se debe enfocar una comunicación democrática y participativa. Lo que pone en discusión es la denominada “imparcialidad e independencia” que desde el lado periodístico de la comunicación pública es aceptada, mientras que la alternativa y popular es cuestionada porque para ésta comunicación la imparcialidad no existe sino la parcialidad y la dependencia a los intereses del pueblo. Es necesario aclarar que el problema es ideológico y no periodístico.
Respeto a las características que debe cumplir un medio de comunicación pública, Ernesto Villanueva, investigador de comunicación de la Universidad Autónoma de México (UNAM) señala lo siguiente:
Primero. El proceso creciente de desreglamentación de la radio y la televisión comercial tiene como contrapartida proporcional la eliminación de funciones mínimas de servicio público, tarea que debe ser confiada a los medios de servicio público. Es aquí donde reside precisamente uno de los puntos fuertes a favor de la existencia de medios de buen hacer periodístico, educativo y cultural en su más amplia expresión. De ahí, que en la experiencia comparada los medios públicos no sean sólo opciones alternativas o marginales, sino verdaderas opciones para el público. La apuesta de la sociedad en los medios públicos en diversos países pone de manifiesto que la combinación que hace de lo importante algo interesante resulta una fórmula de éxito que, además, tiene un impacto en el mejoramiento de los medios en general ante la fuerte competencia que logra un público receptor crítico y demandante de productos de calidad.
Segundo. Los medios públicos deben tener como rasgo distintivo una serie de principios o valores sociales, más que el hecho de ser públicos en tanto su existencia corre a cargo del erario público. Por el contrario, corre a cargo del presupuesto estatal su funcionamiento porque efectivamente cumplen una utilidad social. Al respecto, el Consejo de Europa sostiene que los medios públicos deben proveer a toda la sociedad de información, cultura, educación y entretenimiento, estimular la ciudadanía social, política y cultural y alentar la cohesión de la sociedad. Para ello es típicamente universal en términos de contenido y acceso. Se garantiza independencia editorial e imparcialidad, provee un referente de calidad, ofrece variedad de programas y servicios viendo por las necesidades de todos los grupos de la sociedad y públicamente rinde cuentas de sus actos.
Hace más de un año el gobierno ecuatoriano planteó una política de medios públicos (Prensa, TV y radio) con similares características analizadas por Villanueva. La pregunta que los ciudadanos, partícipes fundamentales de este proyecto, deberían hacerse es la siguiente: ¿Los medios públicos están cumpliendo estos objetivos o son empresas similares a las privadas donde un grupo de ‘personas’ se reúnen para darnos pensando y decidir qué informar? Habría que empezar a exigir cuentas, no les parece.
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1.- Servicio Colombiano de Comunicación Social: Comunicación Alternativa, editorial, Centro de Recursos de SCCS, 1987, Bogota- Colombia, pág, 6.
2.-DUBRAVIC, A, Martha: Comunicación Popular, Corporación Editora Nacional, Impresiones Digitales Abya Yala, Quito, Ecuador, pág, 26.
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